miércoles, 3 de diciembre de 2014

Que Dice La Biblia Acerca De La Oración

¿Por qué orar? ¿Para qué orar, si Dios ya tiene el perfecto control sobre todas las cosas? ¿Por qué orar, cuando Dios ya sabe lo que le pediremos antes de hacerlo?
 
La oración es el acto de abrir el corazón a Dios y contarle todo, como lo hacemos cuando estamos con un amigo.



  1. La oración es una forma de servir a Dios (Lucas 2:36-38). Oramos porque Dios nos manda que lo hagamos (Filipenses 4:6-7). 
  2. El orar es un ejemplo dado a nosotros por Cristo y la iglesia primitiva (Marcos 1:35; Hechos 1:14; 2:42; 3:1; 4:23-31; 6:4; 13:1-3). 
  3. Dios decidió que la oración sea el medio para obtener Su intervención en determinadas situaciones:
  • Preparación para decisiones importantes (Lucas 6:12-13). 
  • Para derrotar la actividad demoníaca en la vida de las personas (Mateo 17:14-21).
  • En la reunión de los obreros para la cosecha espiritual (Lucas 10:2).
  • Para adquirir fortaleza y vencer ante la tentación (Mateo 26:41).
  • El medio para fortalecer a otros espiritualmente (Efesios 6:18-19).
Tenemos la promesa de Dios de que nuestras oraciones no son en vano, aún si no   recibimos específicamente lo que pedimos (Mateo 6:6; Romanos 8:26-27).
 
Él ha prometido que cuando oremos por cosas que estén de acuerdo a Su voluntad, Él nos las concederá (I Juan 5:14-15).

Algunas veces Él retarda sus respuestas, de acuerdo a Su voluntad y para nuestro beneficio. En estas situaciones, debemos ser diligentes y perseverantes en la oración (Mateo 7:7; Lucas 18:1-8) La oración no debe ser vista como el medio por el cual Dios cumple nuestra voluntad en la tierra, sino como el medio para hacer que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra. La sabiduría de Dios excede sin medida a la nuestra.

En situaciones en las que no sabemos específicamente cuál sea la voluntad de Dios, la oración es el medio para discernirla. Si Pedro no le hubiera pedido a Jesús que le ordenara salir de la barca y caminar sobre el agua, él se hubiera perdido de esa experiencia (Mateo 14:28-29). Si la mujer sirofenisa cuya hija estaba poseída por un demonio, no le hubiera rogado a Cristo, su hija no había sido sanada (Marcos 7:26-30). Si el hombre ciego que mendigaba en las afueras de Jericó no hubiera llamado a Cristo, nunca habría recobrado la vista (Lucas 18:35-43). Dios ha dicho que muchas veces no obtenemos lo que pedimos, porque no sabemos cómo pedir (Santiago 4:2). En un sentido, la oración es como compartir el Evangelio con la gente. No sabemos quién responderá al mensaje del Evangelio, hasta que lo compartimos. Es lo mismo con la oración; nunca veremos los resultados de la respuesta a la oración hasta que oremos.

La falta de oración demuestra falta de fe, y falta de confianza en la Palabra de Dios. Oramos para demostrar nuestra fe en Dios, que Él hará conforme a lo que ha prometido en Su Palabra, y bendecirá nuestras vidas abundantemente, más de lo que pudiéramos esperar (Efesios 3:20). La oración es nuestro principal medio para ver la obra de Dios en la vida de otros. Y siendo el medio por el que nos “conectamos” al poder de Dios, es nuestro medio para defendernos del enemigo y su armada (Satanás y su ejército) ante al cual estamos indefensos para derrotarlo por nosotros mismos. Por eso, que Dios nos encuentre con frecuencia ante Su trono, porque tenemos un Sumo Sacerdote en el cielo, que puede identificarse con todo por lo que atravesamos (Hebreos 4:15-16). Tenemos Su promesa de que la oración ferviente del hombre justo puede lograr mucho (Santiago 5:16-18). Que el nombre de Dios sea glorificado en nuestras vidas, creyendo en Él tanto como para acudir con frecuencia ante Él en oración.

jueves, 27 de noviembre de 2014

Que Dice La Biblia Acerca Del Amor De Dios

Queridos hermanos:

En mis visitas a las distintas comunidades, me doy cuenta de que hay mucha gente entre nosotros que tiene gran respeto por la Biblia. Algunos se reúnen hasta tres y cuatro veces en la semana para leer la Biblia. Y me alegro de que amen este libro sagrado.
Pero también me doy cuenta de que hay personas entre nosotros, que son muy de la Biblia, y al mismo tiempo son capaces de despreciar y hablar mal del prójimo; personas que duermen en la noche con la Biblia al lado, pero por nada quieren saludar a su vecino, ni tampoco quieren prestar algún servicio a una persona necesitada. Otros recorren pueblo tras pueblo para leer y enseñar la Palabra de Dios, pero se olvidan de cuidar a su madre enferma; se esfuerzan por vivir como ángeles la Biblia, pero se olvidan de ser «buena gente».
Queridos hermanos, debemos tener mucho cuidado con estas actitudes. Sí, debemos leer y meditar la Biblia, y debemos amar mucho este libro. Pero no debemos dejar a un lado lo más grande que nos enseña la Biblia: «el amor a Dios y el amor al prójimo».
En esta carta les quiero hablar acerca de este tema central de la Biblia, quiero que leamos juntos las páginas más hermosas de este libro sagrado, pero también estoy consciente de que es el mandamiento más difícil de cumplir.

1. No a la hipocresía:

No basta conocer la Biblia de memoria; el demonio conoce la Biblia mejor que todos nosotros y era capaz de discutir con el mismo Jesús lanzándole textos bíblicos (Mt. 4, 1-11). Pero el demonio no ama y por eso está lejos de Dios. ¿De qué me sirve conocer la Biblia entera si no tengo amor? ¡De nada me sirve!

2. No basta tener fe sin tener obras de amor:

«No olvides que también los demonios creen y, sin embargo, tiemblan delan-te de Dios» (Sant. 2, 19). La fe sin el amor es una fe muerta. ¿No dijo el apóstol Pablo que «la fe se hace eficaz por el amor» (Gal. 5, 6)?

3. No basta decir: «Señor, Señor»

El que dice que ama a Dios y luego habla mal del prójimo es un mentiroso. Y el que no ama no conoce a Dios (1Juan 4, 20). Dice Jesús: «No todos los que dicen Señor, Señor, van a entrar en el reino de los cielos, sino los que hacen la voluntad de mi Padre Celestial» (Mt. 7, 21).

4. No bastan las apariencias.

No basta ser un hombre muy devoto y cumplir con las oraciones y pagar los diezmos... y luego criticar al otro que piensa distinto.

Los fariseos de la Biblia eran hombres sumamente devotos, muy observantes de la ley y pagaban estrictamente los diezmos, pero no olvidemos que fueron precisamente estos hombres devotos los que hicieron sufrir mucho a Jesús y finalmente lo llevaron a la muerte en la cruz.

 5. «Si yo no tengo amor, yo nada soy» (1 Cor. 13, 2)

Si yo no tengo amor de nada me sirve estudiar la Biblia, de nada me sirve ir al templo y hacer largas oraciones y vigilias nocturnas.

Dios es amor, y el que no ama no está en Dios (1 Juan 4, 7). ¡Lo más grande de nuestra religión es el Amor!

6. El que ama a Dios, ama al prójimo

Un día un maestro de la ley se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el prime-ro de todos los mandamientos?»

Jesús le contestó: «El primer mandamiento es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor. Ama pues al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el primer mandamiento. Y el segundo es parecido, y es: Ama a tu prójimo como te amas a ti mismo. No hay otro mandamiento más importante que éstos» (Mc. 12, 28-31).

7. ¿Por qué es éste el mandamiento más grande?

Simplemente porque DIOS ES AMOR. El amor viene de Dios. Todo el que tiene amor es hijo de Dios y conoce a Dios. El que vive en el amor vive en Dios y Dios vive en él (1 Jn. 4, 7-16).

El amor de Dios consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y envió a su Hijo como sacrificio por nuestros pecados (1 Jn. 4,10).

La prueba más grande de amor nos la dio Jesucristo. El se entregó por amor a nosotros y derramó hasta la última gota de su sangre por nosotros. Ojalá que podamos comprender cada vez más «cuán ancho, largo, profundo y alto es el amor de Cristo. Que conozcamos este amor» (Ef. 3, 18-19), y que seamos imitadores de este amor.

8. No seamos mentirosos

Pero si alguno dice: «Yo amo a Dios» y al mismo tiempo odia a su hermano al cual ve, tampoco puede amar a Dios, al cual no ve (1 Jn. 4, 20). Si alguno dice que está en la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la oscuridad. El que odia a su hermano vive y anda en la oscuridad, y no sabe a dónde va, porque la oscuridad lo ha vuelto ciego (1 Jn. 2, 9-10).

Nosotros hemos pasado de la muerte a la vida, y lo sabemos porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama a su hermano, sigue muerto. Todo el que odia a su hermano es un asesino, y ustedes saben que ningún asesino puede tener vida en su corazón (1 Jn. 3, 14-15).

9. Amémonos unos a otros.

Algunos piensan que el amor al prójimo es solamente amar a sus amigos o sus hermanos, y que pueden «guardar rencor a su enemigo», como en el Antiguo Testamento (Lev. 19, 18). Pero Jesús nos dice otra cosa: «Tengan amor para sus enemigos, bendigan a los que les maldicen, hagan bien a los que les odian, oren por los que les insultan y les maltratan... Pues si ustedes aman solamente a los que les aman a ustedes, ¿qué premio van a recibir por eso? Hasta los pecadores hacen eso. Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué de bueno hacen?, pues hasta los que no conocen a Dios hacen eso» (Mt. 5, 44-47).

Queridos hermanos, este amor al prójimo que Jesús nos pide no es nada fácil. Pero los que tratan de amar así, serán llamados hijos de Dios (Mt. 5, 45). El verdadero discípulo de Cristo debe ver en cada hombre a su hermano: «Bendigan a los que les maltratan. Pidan para ellos bendiciones y no maldiciones» (Rom. 12, 14). «Cada vez que podamos, hagamos bien a todos» (Gal. 6, 10). Si amamos de verdad, Dios mismo llena nuestro corazón con su amor (Rom. 5, 5), y este amor nos empuja a amar a todos los hombres, a no ofender al prójimo (Mt. 5, 21-30), a ser sinceros con todos (Mt. 5, 33-37), a renunciar a la venganza, a hacer el bien a todos (Mt. 5, 43-48), a no condenar a nadie (Mt. 7, 1), a amar con obras (Mt. 7, 12).

10. La fe y las obras

Escuchemos lo que dice el apóstol Santiago, cap. 2, 14-20: «Hermanos míos, ¿de qué sirve que alguien diga que tiene fe, si no hace nada bueno? ¿puede acaso salvarlo esa fe? Supongamos que a algún hermano o hermana le faltan la ropa y la comida necesaria para el día, y que uno de ustedes le dice: 'Que te vaya bien; tápate del frío y come', pero no le da lo que necesita para el cuerpo; ¿de qué sirve eso? Así pasa con la fe, si no se demuestra con lo que la persona hace, la fe por sí sola es una cosa muerta».

Pero tal vez alguien dirá: «Tú tienes fe, y yo hago bien. Muéstrame, pues, tu fe aparte del bien que haces, y yo te mostraré mi fe por medio del bien que hago. Tú tienes fe suficiente para creer que hay un solo Dios, y en esto haces bien; pero también los demonios creen eso, y tiemblan de miedo. Pero ¿no quieres reconocer que si la fe que uno tiene no se demuestra con el bien que hace, es una fe muerta?».

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Que Dice La Biblia Acerca Del Espiritu Santo



Hay muchos conceptos erróneos sobre la identidad del Espíritu Santo. Algunos ven al Espíritu Santo como una fuerza mística. Otros entienden al Espíritu Santo, como el poder impersonal que Dios pone a disposición para los seguidores de Cristo. ¿Qué dice la Biblia acerca de la identidad del Espíritu Santo? Dicho de una manera sencilla, la Biblia dice que el Espíritu Santo es Dios. La Biblia también nos dice que el Espíritu Santo es una Persona, un Ser con una mente, emociones, y una voluntad.

El hecho de que el Espíritu Santo es Dios, es visto claramente en muchas partes de las Escrituras, incluyendo Hechos 5:3-4. En este versículo, Pedro confronta a Ananías por haber mentido al Espíritu Santo, y le dice que él “no había mentido a los hombres sino a Dios”. Es una clara declaración de que mentir al Espíritu Santo es mentir a Dios. También podemos saber que el Espíritu Santo es Dios, porque El posee los atributos o características de Dios. Por ejemplo, el hecho de que el Espíritu Santo es omnipresente, lo vemos en Salmos 139:7-8 “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás”. Luego, en 1ª Corintios 2:10 vemos la característica de la omnisciencia del Espíritu Santo. “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aún lo profundo de Dios”. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.”

Podemos conocer que el Espíritu Santo es en verdad una Persona, porque El posee una mente, emociones y una voluntad. El Espíritu Santo piensa y sabe (1ª Corintios 2:10). El Espíritu Santo puede ser afligido (Efesios 4:30) El Espíritu intercede por nosotros (Romanos 8:26-27). El Espíritu Santo hace decisiones de acuerdo con Su voluntad (1ª Corintios 12:7-11). El Espíritu Santo es Dios, la tercera “Persona” de la Trinidad. Como Dios, el Espíritu Santo puede funcionar verdaderamente como Consejero y Consolador, tal como lo prometió Jesús. (Juan 14:16, 26; 15:26).

martes, 4 de noviembre de 2014

Que Dice La Biblia Acerca De La Muerte



La Biblia presenta la muerte como una separación: la muerte física es la separación del alma del cuerpo, y la muerte espiritual es la separación del alma de Dios.

La muerte es el resultado del pecado. "Porque la paga del pecado es muerte," Romanos 6:23a. Todo el mundo está sujeto a la muerte, porque todos han pecado. "Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron." (Romanos 5:12). En Génesis 2:17, el Señor advirtió a Adán que el castigo por la desobediencia sería la muerte — "ciertamente morirás". Cuando Adán desobedeció, él experimentó la muerte espiritual inmediata, que provocó que se escondiera "de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto." (Génesis 3:8). Más tarde, Adán experimentó la muerte física (Génesis 5:5).

En la cruz, Jesús también experimentó la muerte física (Mateo 27:50). La diferencia es que Adán murió porque era un pecador, y Jesús, que nunca había pecado, eligió morir como un sustituto por los pecadores (Hebreos 2:9). Jesús entonces demostró Su poder sobre la muerte y el pecado, levantándose de entre los muertos al tercer día (Mateo 28; Apocalipsis 1:18). Por medio de Cristo, la muerte es un enemigo derrotado. "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?" (1 Corintios 15:55; Oseas 13:14).

Para los inconversos, la muerte pone fin a la posibilidad de aceptar la oferta gratuita de Dios de la salvación. "Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio" (Hebreos 9:27). Para los salvos, la muerte nos lleva a la presencia de Cristo: "estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor" (2 Corintios 5:8; Filipenses 1:23). Tan real es la promesa de la resurrección de los creyentes que la muerte física de un cristiano es llamada "dormir" (1 Corintios 15:51; 1 Tesalonicenses 5:10). Esperamos ese momento cuando "no habrá muerte" (Apocalipsis 21:4).

martes, 28 de octubre de 2014

Que Dice La Biblia Acerca Del Verdadero Día Del Reposo

La mayoría de cristianos profesos observan el domingo. Sin embargo, el pueblo judío (y algunas otras personas) guardan el sábado (Sabbat). ¿Era este día sólo para los judíos, o solamente para la antigua Israel? ¿Establece el Nuevo Testamento al domingo como el Día del Señor? — o ¿está el sábado aún en efecto? ¿Hace esto alguna diferencia? De ser así, ¿cuál día es el día de reposo cristiano? ¿Puede esto ser PROBADO?
Dentro de poco tiempo, nuestro mundo va a sufrir trastornos que nos sacarán a todos del sopor de la rutina. ¡Todo va a cambiar en un futuro muy cercano! El hombre ya es capaz de destruirel planeta que habitamos. Y la historia demuestra que cuando el hombre inventa poderosas armas de destrucción, siempre acaba utilizándolas enalguna guerra.

¿Sabía usted que la obediencia al mandamiento de guardar elverdadero día de descanso santificado por Dios, afecta directamente la posibilidad de que recibamos la vida eterna en su Reino? ¿Sabía que el precepto referente al verdadero día de reposo es—y siempre ha sido—un mandamiento por medio del cual Dios "prueba" al ser humano?

¿Cuál es el día de reposo según la Biblia?
Jesucristo enseñó: "No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios" (Lucas 4:4). También aclaró que la Biblia no se contradice a sí misma, pues dijo: "La Escritura no puede ser quebrantada" (Juan 10:35).

El apóstol Pablo habló más sobre el tema, diciendo: "Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (2 Timoteo 3:16-17).
Si estamos dispuestos a creer estas palabras inspiradas, no será difícil entender este importante tema, pues la Biblia habla desde el Génesis hasta el Apocalipsis sobre el verdadero día de descanso que Dios estableció. En realidad, este es uno de los temas más claros y fáciles de entender en toda la Biblia; siempre y cuando lo estudiemos con el deseo sincero de saber la verdad y sin temor del "qué dirán". Recuerde que en los días de Jesucristo, muchos líderes religiosos sabían que Él era el Cristo, pero no lo reconocían precisamente por esto: "Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios" (Juan 12:43).

Veamos, pues, las pruebas claras y contundentes sobre cuál es el verdadero día de reposo que ordena el Dios Todopoderoso. Comencemos nuestra búsqueda imaginándonos en una isla desierta con una Biblia y un calendario como únicos materiales escritos que hemos salvado del naufragio. Supongamos que hemos olvidado el día que guardábamos anteriormente y que ahora muy sinceramente queremos indagar la verdad.
¿Por qué? ¡Porque la Biblia jamás ordena a nadie observar el domingo como día semanal de adoración! Desde el Génesis hasta el Apocalipsis, vemos que todos los siervos fieles de Dios, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, observaron el día de reposo el séptimo día de la semana (desde el atardecer del viernes hasta el atardecer del sábado); jamás el domingo, que es el primer día de la semana. Y los cristianos seguirán guardando este mismo día de reposo, el sábado, durante los mil años del reinado de Jesucristo en la Tierra (ver Apocalipsis20:4-6; Isaías 66:22-24).

En Marcos 2:23-28, vemos a Jesús permitiendo que sus discípulos arranquen espigas para comer mientras atraviesan los campos en sábado. Los fariseos, que habían agregado al mandamiento sobre el sábado más de 60 legalismos de su propia invención, se lanzan a criticar. Pero Jesús tranquilamente responde: "El sábado fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del sábado. Por tanto, el Hijo del hombre es Señor aun del sábado" (vs. 27-28).

Cristo no dijo que el sábado fuera hecho para los judíos sino para "el hombre". Dijo que Él es Señor no del domingo sino del sábado. Jesús no dio el menor indicio de haber abolido el mandamiento que ordena guardar el sábado. Más bien demostró tanto aquí como en los versículos que siguen, cómo se debe guardar este día de descanso de un modo más significativo. Recuerde: Jesús dijo que el sábado fue hecho "por causa del hombre", ¡para que el hombre lo guardara! Mucho antes de que existiera el pueblo judío.

Génesis 2:2-3 comienza a esbozar la respuesta: "El séptimo día concluyó Dios la obra que hizo, y reposó el séptimo día de todo cuanto había hecho. Entonces bendijo Dios el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación".
Notemos que Dios "concluyó" o completó su obra de creación reposando el séptimo día de la semana. La palabra "sábado" es intercambiable con la expresión "día de reposo". Se deriva de la palabra hebrea shabath que literalmente significa "reposo" o el hecho de cesar algo. Dios creó el sábado reposando ese día y cesando de crear cosas materiales. Además lo "bendijo" y lo "santificó", o sea que lo apartó para un uso santo. Al bendecir y santificar el séptimo día o sábado como su día de reposo, ¡y ningún otro!, Dios demostró que su presencia está en ese día de un modo muy especial. De todos los días de la semana, solamente el sábado señala hacia Dios de una manera especial como el verdadero Dios, Creador y dueño de todo el Universo.